jueves, 1 de marzo de 2012

Capítulo veinticuatro

Me desperté en nada y aun no habíamos despegado. Se podía ver el cielo pero también el suelo y como unos trabajadores metían maletas y demás en el avión. Aun estábamos en el suelo, creí haberme dormido en al menos la mitad del viaje pero no llegué a estar ni cinco minutos. Me puse nerviosa, no se porqué. No podía estarme quieta, para nada. No podía, no debería estar en éste avión. Tenía que bajarme, tenía que volver en la sala de espera donde Harry estará esperándome hasta que el avión deje de tocar el suelo y reunirme de nuevo con él. Aun estaba a tiempo, me levanté de mi asiento y tras pelearme unos segundos con la azafata, la di un empujón hasta dejarla caer sobre otro pasajero. Tuve que hacerlo, unos señores estaban casi cerrando las puertas, por suerte llegué antes de que lo cerraran del todo y me fui corriendo hacia la entrada, no miré atrás, ignoré los gritos de aviso y del peligro que podría pasar. No me importaba, tenía que estar con Harry. Por fin lo había logrado, estaba sin aliento, estaba cansada y algo sudada, pero no me importaba, para nada. Estaba fuera, iba a estar con Harry. Eché un rápido vistazo en la sala, solo había un par de personas. Cuando me creí que ya era demasiado tarde, vi como Harry estaba de pie delante de la gran ventana mirando como los aviones despegaban, aterrizaban y la gente venía y se marchaban. Cuando me di cuenta de que se trataba de él, sonreí como nunca había sonreído en mi vida y me fui corriendo directo a él.
-¡Harry! -grité para que se diera la vuelta. Estaba a dos pasos de él cuando éste hizo lo que esperaba que hiciera. Yo no paré de correr hasta estar a un paso y poder saltar a abrazarle. 
-Jade, ¿qué haces aquí?
-Te quiero Harry -antes que dijera nada más, me acerqué rápidamente a él hasta poder besarle. Ahí estuvimos, un buen rato besándonos, diciendo cosas que las palabras no podrían conseguir expresar ni en un millón de intentos. Estábamos ahí, en aquella gran sala, de tres paredes y una ventana que hacía de cuarta pared. La gente pasaba, miraba y sonreía para nosotros y nosotros no nos importaba nada. En ese momento, empecé a sudar frío y en tan solo un segundo, menos que un segundo, me desperté de golpe. El corazón me latía de una manera exagerada y tenía la respiración muy acelerada como si hubiese corrido todo lo que había soñado. 
-Pero, Jade -dije para mí misma- ¿qué coño ha sido eso? Joder, no, joder... 
Me fui al baño para la refrescarme y pensar en lo que acababa de ocurrir. Había soñado aquello, que besaba a Harry, algo andaba mal y pensar en eso hacía que me sintiera incluso peor. Decidí volver a dormir un poco más pero no lo conseguí, pero no importaba, que aunque parezca mentira, había dormido en más de la mitad del viaje, así que las dos últimas horas del viaje estuve leyendo un libro y escuchando música. 
Por fin había aterrizado, nada más llegar en el aeropuerto en Irlanda, encendí al móvil para leer el mensaje que había recibido, pero no hubo manera, nada más encenderlo recibí una llamada de mi madre y estuve un buen rato, después una llamada de Liam y al rato una de Raquel y de Noemy.
No pude leerlo hasta por la noche ya que nada más llegar al hotel me fui a dormir y por la noche cenaba con la familia con la que iba a pasar el trimestre. 
Ya eran las nueve menos cuarto y había quedado a las nueve en punto así que mientras que esperaba en el restaurante del hotel, aproveché a leer el mensaje. 
Aun seguía sin saber quién era el que me había mandado el mensaje, a lo mejor era importante, a lo mejor no era nada. Saqué el móvil y empecé a mirar por los mensajes que tenía, la mayoría de ellas eran de Zayn y la nueva era también suya. Decía: Cuando llegues a Irlanda, llámame. Tenemos que hablar. 
Me paralicé, me quedé de piedra, sentí como la sangre que recorría mis venas se habían helado. Zayn quería hablar conmigo, ¿de qué? Es verdad que la frase, tenemos que hablar daba mucho miedo. Tomé aliento, miré la hora, quedaban diez minutos para que sean las nueve así que decidí llamar a Zayn.
-¿Diga?
-Zayn, soy yo, Jade
-Oh, Jade -lo dijo como si no se alegrase de mi llamada y aquello hizo que me pusiera más nerviosa
-¿Qué era aquello que querías que habláramos?
-Mira, Jade... La última vez que halamos no fue la mejor de todas y mucho menos para una despedida
-Lo sé y lo siento Zayn, no quería llegar a eso
-Ni yo tampoco... -nos quedamos en silencio, no sabía que decir pero Zayn ya se encargó de ello- He estado pensando mucho, Jade
-¿Qué quieres decir? -dije asustada. Me temía lo peor
-Que es una tontería, que discutimos por gilipolleces, porque no tiene otro nombre. Por tonterías, Jade, discutimos por tonterías y ésta vez, no es culpa mía.
-Joder, pero... La primera vez que discutimos fue por Ashley y esta vez solo fue una gilipollez de noticia...
-Una noticia importante en la que te ibas. Joder, Jade, que si lo hubiera sabido justo en el día que habías recibido la noticia, me hubiera alegrado muchísimo por ti y además de eso, hubiera hecho que cada día que te quedaba estar en Londres hubiese sido perfecto. 
-Zayn, lo siento
-Ya, ya lo sé... -volvió aquel silencio incómodo- Creo que deberíamos tomarnos un tiempo... Al menos, hasta que vuelvas a Londres. 
-Zayn, no lo dirás en serio, por favor -empezaron a acudir las lágrimas en mis ojos- No me hagas esto, por favor
-Será lo mejor para los dos, un tiempo, reflexionando para encontrar errores y madurar un poco.
-¿Madurar? 
-Sí. Somos dos críos enamorados que se enfadan por tonterías -no supe qué responder a aquello así que me quedé callada, aun así no podía hablar, había empezado a llorar-. Jade, no llores por favor. Quiero que sepas que te quiero, mucho. Por favor, no hagas ésto más difícil. Me tengo que ir.
No sabía que hacer, estaba llorando. Miré el reloj y ya eran las nueve y cinco, por suerte, no habían llegado las personas con las que había quedado. Aproveché y llamé al camarero. Le dije que si alguien viniera a la mesa, que dijera que me he ido al baño un momento.
Fui corriendo hasta el servicio de señoras donde me sequé las lágrimas y me arreglé un poco el maquillaje ya que había formado un estropicio con las lágrimas.
Respiré hondo por última vez e intenté parecer lo más contenta posible. Cuando vi que estaba medianamente lista, me fui hacia mi mesa. En ella estaban sentados una pareja. 
-Hola -sije nada más acercarme
-Hola. Jade, ¿verdad? -me saludó la señora. Yo asentí con la cabeza- Siéntate, cariño. Yo me llamo Maura y éste es mi marido, Bobby.
Estuvimos hablando un buen rato, al parecer tenían dos hijos, uno tenía dieciocho años y el otro veintidós. Me dijeron que iba a conocer a su hijo menor ya que el mayor vivía fuera. 
Tras haber cenado y haberme estado charlando por varias horas, me acompañaron hasta mi habitación, cogimos mis cosas y nos fuimos a su casa donde me iba a quedar los tres meses que iba a pasar en Irlanda. 

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